27 abr 2010

Orgullo a lo Monty Python

Minutos antes del inicio de la ceremonia del cierre de la frontera indopaqustaní


Se venden viseras, banderas, postales, fotografías, vídeos… de camino a la ceremonia del cierre de la frontera entre la India y Pakistán, a 30 kilómetros de Amritsar (Punjab). Hasta Wagah Border se acercan miles de indios y de paquistaníes. El público se sienta en las gradas y anima durante los minutos previos a la ceremonia de arriar las banderas de sendos países, al atardecer cada uno en su lado de la frontera.

En el lado indio, el público ameniza la espera con relevos en los que los testigos son enormes banderas del país, con los ánimos de la congregación. Más tarde, a cada lado de la frontera se pone música típica del país, bien alta para que no se oiga la de los contrarios. Las chicas indias no pueden resistirse a las canciones de Bollywood y salen a bailar a la carretera, una especie de “chúpate esa” hacia las mujeres paquistaníes, con menos libertades y sentadas en una grada separada a la de los hombres.

Un animador calienta el ambiente con el grito “Hindustan Zindabad” (viva el Indostán), y el público cumple y lo apoya vociferando su patriotismo, mientras el lado paquistaní hace lo propio.

Poco después empieza el teatro de los soldados de las fuerzas fronterizas: Patadas al aire a lo Monty Phyton, con caras serias y concentradas; concurso de a ver quién aguanta más rato gritando por el micro sin coger aire; varios desfiles por la carretera procurando la mayor coordinación… A mí, sinceramente, me parece ridículo, como dos grupos de animadoras de universidades rivales, enfrentadas en los típicos retos en los que tras cada ejercicio de un equipo responde el otro, con un número todavía más espectacular.
Tras los ejercicios de tonificación del orgullo nacional, suena la corneta, ambas fronteras abren las verjas, se saludan los soldados manteniendo una postura desafiante, en guardia, y arrían las banderas.

Los soldados cierran la verja de la India de un portazo, pero tras ella se puede ver el color verde de las letras de la puerta corredera de atrás: “Pakistán”. Yo no sabría decir si este espectáculo es una manera de enfervorecer a la masa y promulgar el odio mutuo, o por el contrario es un ejercicio de respeto y señal de convivencia. Lo que queda claro es que unos y otros quieren que así sea, salen de la ceremonia con el guapo subido, con la sensación de estar satisfechos, anchos, encantados de haberse conocido.

19 abr 2010

Masala Olvido

Amigotes en el Qutub minar de Delhi



Alaska ha estado de visita oficial en Delhi dando una charla sobre la Movida madrileña apoyada por la proyección de “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón”, y también ofreciendo una sesión de música como pinchadiscos.

Después de dejarme sorprender por la locuacidad de la artista en inglés y, más aún, por su discurso, me vi obligada a ir a verla al frente de los platos. Sinceramente, la actividad organizada sonaba muy bien como entretenimiento de españoles, pero no daba un duro por la audiencia india.

(Antes de que la historia prosiga, como apunte cultural se ha de recordar que aquí las parejas no suelen mostrarse cariño en público. Sin embargo, los hombres, entre ellos, se tocan, caminan de la mano, cogidos por los dedos meñiques, o con el brazo sobre el hombro de su amigo… como señal de amistad. Hace pocos meses despenalizaron las relaciones homosexuales en la India. Aunque es un paso adelante para los derechos del colectivo, la sociedad va un paso por detrás y todavía no se percibe una reacción a esta medida: por la calle se sigue viendo lo mismo de poco que antes, excepto el cariño entre amigotes, claro).

Pues bien, Olvido mezcló temas de Britney Spears, MGMT, Alaska… bastante divertido. La verdadera movida, sin embargo, fue llegando a medida que pasaban las horas y el lugar se llenaba de indios homosexuales de Delhi y de otras partes del país. Estoy segura que la mayoría de ellos no sabrían traducir “tú y yo a la fiesta” ni “a quién le importa”, pero a juzgar por sus manos alzadas y sus caderas libres, sabían lo que significaba.

En un momento de la noche, fui al baño de chicas, que estaba custodiado por un vigilante. Pasé y, mientras hacía cola, entró un indio esquivando al vigilante. Se miró al espejo, se retocó el pelo, se ajustó un poco más la camiseta y se marchó. Durante los 30 segundos que debió durar esta visita al lavabo, la cara de circunstancias del vigilante -sin saber si decir algo y, aún más, qué decir- fue hilarante, de cámara oculta.

En esta burbuja aislada de la India se coló algo de masala (especias típicas del país). Pero en mi imaginación todo fue almodovariano porque el indio le habría contestado al vigilante en perfecto castellano de Chueca y con aliento a gazpacho: “Yo soy así, y así seguiré”.

16 abr 2010

I never ask for it

Protesta en Calcuta (Blank Noise)


A 43 grados es complicado ir por la calle igual de tapado que en invierno.
Aunque en realidad, a principios de año, que hacía fresco, ya se sentía una observada.
Te decían: “Es que eres extranjera. Y claro, encima tan blanquita… pues te miran”.
Con el tiempo, sabes que detrás del ser “blanquita” se esconde la visión que se tiene de los occidentales: promiscuos, banales, poco espirituales, inferiores.
Y eso –lo de ser promiscuo, claro- despierta curiosidad.
Pero resulta que también las indias sufren las miradas y el acoso, y seguramente son víctimas de más juicios, porque ellas no tienen la excusa de ser extranjera y que se lo perdonen casi todo.
“I never ask for it”, colgaron las indias hace poco como estado en sus cuentas de Facebook.
Era una campaña de la plataforma Blank Noise, en contra el acoso verbal y no verbal que sufren las mujeres, por su forma de vestir.
Pues que no provoquen, tienen que escuchar a menudo.
En Calcuta, un grupo de universitarias decidieron salir a la calle con las dupatas, saris, uniformes de escuela… que llevaban en el momento en que fueron acosadas.
Las pasearon en perchas, en una especie de pequeña manifestación, y las extendieron por las aceras.
El problema fue que tuvieron que avisar a la gente de que se trataba de una reivindicación, no de un mercadillo.
La falta de práctica.

Como anexo, la declaración de Mulayam Singh Yadav, del Samajwadi Party, sobre la cuota reservada para mujeres en el Parlamento indio, como medida de discriminación positiva: “If the women’s reservation bill were to be passed in its existing form, it would result in flooding the parliament and state legislatures with wives of government officials and women connected with big industrial houses, thereby provoking young men to indulge in eve-teasing”.


5 abr 2010

La casa de los Bhutto

Fatima Bhutto el domingo, en Delhi


El domingo pensaba ir a una charla de Fatima Bhutto, sobrina de la asesinada Benazir, también del fallecido en extrañas circunstancias Shahnawaz, e hija del tiroteado Muratza. Quería ir porque me parecía interesante y porque esperaba que su charla sobre la política dinástica consiguiera dar respuestas a algunas de mis preguntas, dado que me encontraba leyendo –y todavía me encuentro- el capítulo cinco del libro sobre la India “In spite of the gods”: “Long live the sycophants! The congress Party’s continuing love affair with the Nehru-Gandhi dynasty”. La India y Pakistán, pese a su rivalidad y diferencias, tienen alguna que otra cosa que comparten.

Además, por qué no admitirlo, tenía la curiosidad típica que despierta un culebrón: quería ver cómo era la rebelde de los Bhutto, la que no se puede ver con sus primos –ni con Bilawal, el actual líder del Partido Popular de Pakistán-, la que decía que Benazir Bhutto estaba bien como tía pero fatal como primera ministra paquistaní, y la que ha acusado al presidente Asif Ali Zardari -padre de Bilawal, viudo de Benazir- de haber sido responsable del asesinato de su padre. No está mal, ¿no?

Fui, vi, y aprendí algunas cosas.

Tengo que decir que, aunque comparto algunas opiniones de Fatima Bhutto, me dio la sensación de que su actitud transgresora respecto a su familia la ha hecho creer contar con una superioridad moral. No sabría decir cuánto es de real y cuánto es de pose intelectual, una reacción comprensible del escritor que quiere vender su nuevo libro, por otra parte. Esta foto que acompaña al texto está hecha rápida, como para no molestar al público asistente. Pero hay que decir que el gesto congelado de ella, altiva, –captado fatal y a medias- lo repitió varias veces. Respondió a las preguntas con cinismo, dando cortes, haciendo juegos de palabras pero sin argumentar… Se le perdona porque antes de la charla había dado demasiadas respuestas en entrevistas con la prensa, por la presentación de su libro “Songs of blood and sword”. Y quién sabe si el pasado puede hacerle a uno cínico: En su adolescencia, tras conocer el asesinato de su padre, se dice que llamó a Zardari preguntándole si sabía qué había pasado, y él le respondió con un escupitajo irónico, algo así como: “Ah… ¿no lo sabes? Lo han matado a tiros”. Zardari estuvo encarcelado un tiempo, cumpliendo condena por corrupción y por inducción al asesinato de un miembro de su familia, pero en la actualidad no tiene cargos.

Y después de la telenovela, pasamos a lo que vamos: La filosofía de Fatima es rechazar convertirse en heredera política, dar paso a las nuevas generaciones, poder decir lo que piensa desde su profesión como escritora, luchar por los partidos democráticos, y distanciarse de la corrupción y asesinatos que han envuelto a su familia. Lamentablemente, los Gandhi también tiene un poco de todo esto, aunque sin una Fatima.


4 abr 2010

Tiempo muerto

Al norte de Calcuta



Todavía no estoy preparada para hacer disertaciones sobre el lado facha de Gandhi. Pero en este tiempo por aquí he podido entender el caos de algunos temas sociales, menos de manual y más de observar.
Hay veces que los asumes. Pero hay otras que pataleas y chocas contras muros.

Este es un fragmento de un email a mi mejor amigo, sobre el malestar que yo sentía justo cuando hacía tres meses de mi llegada a la India. Y no malestar personal. Creo que eran mis primeras lágrimas por un colectivo, por millones de personas. Como cuando lloras de rabia, que no quieres hacerlo pero la indignación sale en estado líquido en vez de con palabras coherentes:

“Suposo que ajuda veure la merda de món d'aquí, que et fa dubtar de tot el teu món. No sé, és molt bèstia veure com la gent realment sobreviu dia rere dia i és molt frustrant saber que no pots fer res. Et fa desconfiar de com es mouen les coses, perquè si realment predominés el ‘bé’ sobre el ‘mal’, les coses no anirien així. No sé, només volia explicar-te que estic baixa d'ànims, que això és més dur del que t'explico i que em planteja moltes qüestions morals. I que això, encara que no és el meu món, ni la meva ciutat, ni res, afecta, perquè fa molta pena veure el patiment, l’hostilitat i la poca humanitat”.

Los residentes en la India no indios dicen que, cada tres meses, hay que salir del país para despejarse un poco. Hablan de ello como algo habitual. “¿A dónde vas para tu parón?”. Se da por supuesto, está extendido. Y da igual que sea sólo un fin de semana, tres días…
No entendía muy bien qué diferencia había en cruzar una frontera o no cruzarla. Bueno. Pues creo que ya sé a qué se refieren. Buscan la medicina contra la saturación. Insensibilizarse en el país que alardea de su espiritualidad.