6 mar 2010

Con los ojos tan abiertos no se ve nada

Conductor de Delhi a Rishikesh


Este país requiere energía. No se puede salir de casa con legañas en los ojos porque, si no, se te come dormido. Estos últimos días, no obstante, he notado que la dosis extra de concentración parece que sólo la requieren los extranjeros. Aquí van tres situaciones que apoyan mi teoría:


1) La ida en tren a Haridwar se vio impedida por una serie de imprevistos a las 5 de la mañana (imprevistos que aquí vienen de serie), así que coche y conductor pareció ser la mejor solución. Lo que tenía que ser un viaje apacible se convirtió en una tortura para mis cervicales, que acusaron la tensión de las seis horas que duró. A la media hora de viaje dijimos al conductor si podía parar en un baño occidental. Al cabo de cinco minutos, vimos que tomaba un desvío a la izquierda y se metía por un camino de tierra. Después de un cuarto de hora, paró en medio del camino, nos abrió la puerta del coche y nos señaló el campo al lado derecho del camino a la vez que confirmó entre risas nuestra petición: “western bathroom”. Qué cachondo. El caso es que lo que pensábamos que era un desvío para ir al baño, era, en realidad, la vía que nos acompañaría las horas siguientes. Juro que ese camino no tenía más de seis metros de ancho, por supuesto nada de arcén, agua a un lado, un bosque en pendiente descendente al otro, y todas las irregularidades habidas y por haber para impedir un carretera lisa… pero eso no impedía que el carro con paja tirado por un mulo fuera adelantado por una moto, que a la vez era adelantada por un triciclo, éste por nuestro coche, y el nuestro por un todo terreno... y mientras, de cara, venía un camión… Mucha tensión. No obstante, al cabo de horas, acabé relajándome, más que nada por el cansancio que acumulé con los ojos tan abiertos y el “ai al cor” a flor de piel. Lo que me hizo volver a poner la mirada en el camino fue que nuestro conductor dejó de pitar. El silencio de su bocina interrumpió la estabilidad del ruido. Puse los ojos en el conductor y estaba dormido. Como pude, me abalancé sobre el volante mientras le pegaba un chillido y le decía que parase el coche. Los cinco segundos que pasaron entre la instrucción y finalmente el motor parado se me hicieron eternos. Unos minutos de aire fresco después, y todos ya recuperados, reprendimos el viaje. No sin un par más de caídas de cabeza del conductor, llegamos a Rishikesh, donde el prodigio del volante nos explicó que llevaba cuatro días durmiendo una hora cada noche, porque tenía que trabajar… entre risas nos dijo: "Boss… jewelery". queriendo decir que su jefe estaba forrado y que él, en cambio, se tenía que ganar su comisión… Lo dijo tranquilo, como si eso no le quitara el sueño.


2) "Sleeper class" en tren de vuelta de Haridwar a Delhi. Ocho literas en cada uno de los compartimentos abiertos. De 00:40 a 05:30. Ambiente cargado. No había quién pegara ojo. Un sij de dos por dos que roncaba de forma exagerada en la litera de abajo. El revisor que encendía y apagaba la luz cada dos por tres. Vigila la mochila. El traca-traca del tren. La ruidosa parada en la estaciones… De nuevo, indios dormidos, extranjeros con insomnio.


3) Un día después, ya en Delhi, cogí un rickshaw de la parte vieja al trabajo. En un semáforo (los pocos que hay aquí duran varios minutos), el conductor se quedó dormido apoyado en el manillar. Al ponerse verde, desperté al ‘bhaisab’ y proseguimos el viaje, no sin mi atenta mirada a través de su retrovisor, para controlar con qué velocidad caían sus párpados.


*Aviso: el relato está basado en hechos reales. Sólo un detalle ha sido alterado con el objetivo de crear una narración uniforme. Se trata de la parte en la que yo no duermo nada en la litera del tren. Dormí. Y la mar de a gusto. Debe ser que ya no necesito estar tan atenta, que ya no soy ni tanto de fuera ni tan poco de aquí.


1 comentario:

  1. Me ha encantado la historia, de verdad. Me estoy empezando a convertir en una fan tuya, deberías tener cuidado no sea que aparezca por Delhi con alguna de tus fotos y un post tuyo impresos, gritando como una loca para que me los firmes. Es maravillosa la relación que haces y también que alteraras ese "dato", porque sí, constata que ya no eres tan poco de allí ni tanto de tan lejos. Tal vez en un par de meses acabes durmiendo en tus trayectos en rickshaw, plácida y tranquilamente...(Pero espero que llegues a un acuerdo con el conductor para no dormir al mismo tiempo) ;) Un besazo enooorme

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